domingo, 24 de mayo de 2015

Esto va de vivir en una isla y reconocerte los méritos propios

No es que yo ahora vaya a escribir una vez por semana, pero si que me he propuesto que no sea literalmente una al año.
Vamos a empezar no por lo más gordo, pero si echo la vista atrás por lo que primero vino en el tiempo.
Si te digo que he estado trabajando de asesor financiero... ¿Cómo te quedas?. A ver, un curro es un curro, y si me hace falta, pues me pongo de lo que sea. Pero la cuestión es que me salió esta posibilidad y la cogí. No era el sueño de mi vida pero durante un mes y pico estuve trabajando en OVB. El primer mes fue de formación, y la verdad aprendí mucho tanto del mercado y de como nos timan los bancos, hasta de como tratar a un cliente.

Pero en lo personal, para mi el salto fue meterme en algo que no me había llamado nunca, y volcarme en ello. Al principio fue con pena "después de todo lo que me he esforzado en el audiovisual... estoy trabajando de otra cosa". Pero luego el pensamiento cambió a modo de reto. Es decir, estaba literalmente VIOLANDO mi zona de confort, haciendo algo que nunca había hecho, aprendiendo cosas que nunca me habría propuesto aprender, y tomando un camino totalmente diferente. Y no fue mal.
Sentía que estaba haciendo algo que tenía que hacer, un proceso por el que tenía que pasar: me estaba demostrando algo a mi mismo.
Y lo dejé cuando sentí que había completado el proceso.
Bueno, el proceso también coincidió con la siguiente situación que ahora os explicaré.
No llevaba yo ni una semana en la empresa cuando a Sonia (mi novia) le ofrecieron el ascenso por el que tanto había luchado, si se venía a Tenerife.
Deduzco que por el tiempo verbal empleado en la frase, ya has dado por hecho, que si, que nos vinimos a vivir a Tenerife.
Prácticamente se habían alineado los planetas, y yo me di cuenta de que si, que teníamos que ir. Tampoco es que en Madrid estuviera consiguiendo nada. Era el momento de hacer la maleta.



La mudanza fue titanica, y aunque me da cansancio hasta de acordarme lo intentaré contar rápidamente.
1) Un mes y medio antes del día M (de mudanza), me vine con mi madre a Tenerife. Buscamos una casa en alquiler, la encontramos y la reservamos para la fecha prevista. Me empadrono aquí.
2) Una semana antes, la empresa de mudanzas se lleva literalmente TODA mi casa (las cosas tardan más en llegar y tienen que pasar la aduana, si, he dicho bien, aduana).
3) Me quedo prácticamente de Lunes a Viernes viviendo en una casa vacía, con un colchón hinchable y poco más.
4) El Viernes parto hacia Sevilla, mis perras y yo en un coche, mi novia en el otro.
5) Pasamos hasta el Lunes en Sevilla en casa de mis padres.
6) El martes cogemos sendos coches y sendas perras y nos vamos a Cádiz. Allí cogemos el ferry.
7) Pasamos 3 días (lo que incluye el cumpleaños de Sonia) metido en un barco que se mueve. Fue horroroso sobre todo por las perras, que estaban en unas jaulas horrorosas en la bodega junto a los camiones. Nos pasamos horas en el pasillo de "sacar a pasear al perro" con tal de que no estuvieran mucho tiempo allí.
8) Llegamos a Tenerife con 4 cosillas en las maletas un Jueves. Descanso, o algo, por fin...
9) Llegan 2/3 de nuestras cosas el Viernes, cuando empadronamos a Sonia aquí a toda prisa.
10) Después de un finde en el que nos faltaban cosas, llegan las que faltaban. Ese mismo Lunes, Sonia comienza de nuevo a trabajar.


Antes os he comentado lo de las "coincidencias" de mi viaje, no?. Pues ¿qué te parece que por un casual, mi sobrina haya nacido "el día de la madre" y que casualmente era uno de esos 4 días en los que estábamos allí, en Sevilla para verla?. Lo planificas y no te sale.

Días antes de partir tuve unas reflexiones gracias a ciertas conversaciones con un amigo y su chica. Llegué a la siguiente conclusión:
Últimamente me había sentido muy deprimido y hundido por irme de Madrid. No por lo que dejo (Algunos amigos, pero poco más que eso) sino porque me había sentido fracasar al irme sin haber sacado mi meta.
Pero no tenía porqué, dado que un lugar no te asegura conseguir algo. Mi viaje a Madrid como mi viaje a Tenerife, como mi vida entera, forma parte de un proceso, en el que hay una meta, una evolución, y es algo continuo. No llegará el día en que diga "lo he conseguido" sino que será algo tan progresivo y lento, tan escalonado y segmentado que cuando lo haya conseguido, ni me habré dado cuenta.
De estas reflexiones nació esta frase: "Luchas por ser algo que ya eres, reconoce lo que eres para seguir luchando". Yo ya soy un director de cine, he dirigido y ha salido en cine. Yo tengo la habilidad, el conocimiento y el talento para ser director de cine. Reconocer en mi esto, no implica ser un sobrado, implica reconocer que tienes piernas para correr.
"Reconocer tu valor, no implica (por mucho que otros lo piensen), restarle valor a los demás". Me uno a eso. "Yo no soy un mediocre", si al decir esta frase, otro se siente mediocre, es su problema. Porque yo no estoy llamando a nadie mediocre, solo estoy diciendo que yo no lo soy.
Soy un creador de historias, eso tengo que hacer. He pasado demasiado tiempo en ver como distribuir, como publicitar, como hacer que esas historias lleguen a los demás. Eso no es lo que soy. Soy un creador de historias, tengo que seguir creando. Y vale que no las voy a dejar metidas en un cajón, claro. Pero no puedo permitir que las cosas que hay que hacer para que "salga" una historia, me quiten tiempo de creación.

He terminado de escribir Katharsis Online, la estoy moviendo para ver si podemos hacer la película realidad. Pero a la vez estoy escribiendo una novela llamada "Invade me", que creo SÉ que será otra gran historia.

Y aquí estoy, en una isla, junto a la playa, cerquita de un volcan, con la misma idea en la cabeza que la que salí de Sevilla o Madrid: crear historias. Soy un cuentacuentos, uno muy bueno y que trabaja mucho. Y por primera vez en mucho tiempo, me lo reconozco. Yo no soy un mediocre.
Una foto publicada por Manu Franco (@manu_franco) el